The Whale
- andreaecheverria
- 22 feb 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 23 feb 2023
¿Alguna vez has sentido que te duele el alma?
¿Que pesan más tus errores que cualquier otra acción buena?, ¿Que te autosaboteas porque crees que “mereces un castigo”?,
Así interpreto a “Charlie”, personaje de The Whale, película de Darren Aronofsky (“Réquiem por un sueño", "El luchador”), y si piensas que la película es “gordofóbica” definitivamente esta nota no es para ti.
Esta película es una obra de arte, no es para interpretarla con tintes superficiales bajo la premisa de clichés físicos; esta película, va más allá de lo que se puede ver, mucho más de la percepción de quienes todo les ofende, no se puede reducir a la simpleza, la historia implica más que los problemas de peso de Charlie, esta película me rompió; algo así como “Bailando en la oscuridad” ( de Lars Von Trier), pero debo aclarar que me dejó un mejor sabor de boca.
Todos tenemos vicios, unos a las redes sociales, otros al alcohol, otros al cigarro, otros a drogas, otros a relaciones destructivas y el de Charlie, el personaje principal de la película, es la comida; ya sea que nuestros vicios estén justificados o no, cuando éstos se salen de control sabemos que eso no terminará bien, o al menos si no se pone un alto, pero las cosas no son tan simples como levantarse una mañana y decidir que por fin se quiere salir de ello, en todo caso si eso pasara, sería el inicio de toda una travesía, dadas las circunstancias en la película, juzgar a Charlie por su falta de acción en el pasado que lo llevó a padecer obesidad mórbida sería irresponsable, puesto que, LAS COSAS NO SON TAN SIMPLES, en primer lugar porque cada uno de nosotros sabemos como es nuestro dolor particular y cómo lo gestionamos, en segundo lugar considero que la intención de la película es justo eso, que nos apartemos de nuestros prejuicios, no solo con el peso, sino con la familia, la paternidad, la sexualidad e incluso la fe.
La película habla de muchos temas profundos, incluso unos que no están a simple vista, como lo abrumador que puede ser la paternidad, y más si esta no es compartida, la impotencia de “querer ayudar” a alguien y que muy en el fondo sepas que no se puede, de estar perdido en un círculo vicioso de culpa y autosabotaje, de que la vida es dura, y sí, en ocasiones muy miserable, pero que siempre existe una luz esperanzadora, que no viene de afuera, sino que está dentro de cada uno de nosotros.
La cinta aborda esos pequeños gestos que a veces pasan desapercibidos, pero que dicen mucho de una persona, algo tan simple como “alimentar un ave”, esas bondades intrínsecas que parecen invisibles pero que deslumbran cuando se ven con los ojos del espíritu, que a veces queremos “ayudar” a los demás para tener una redención y a la vez salvarnos a nosotros mismos, que cuando guardamos resentimiento, la ira nos hace perder la empatía hacia los demás y hacia nosotros, que el amor no es suficiente para “rescatar” a nadie, pero sobre todo, aprendí que se puede creer en la gente a pesar de todo lo que nos quiera hacer pensar el entorno, que nosotros tenemos el poder de para decidir ser positivos, aún cuando estemos rotos.
Podría decir mil cosas del filme, pero al final, lo único que puedo recomendar es que la vean y saquen su propia interpretación, para mí una película que me haga replantear incluso mi propia vida, es simplemente es maravillosa.
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